La activación conductual, es una terapia conductual de tercera generación utilizada para el tratamiento de la depresión . Es una psicoterapia analítica funcional, que se basa en un modelo psicológico de cambio de comportamiento. 

Tiene su origen en las investigaciones llevadas a cabo por Charles Bohris Ferster, psicólogo conductual estadounidense, quien se ocupó de estudiar los estados depresivos. A partir de estos estudios, concluye que esos estados depresivos, son consecuencia del descenso de reforzamiento positivo, que se origina por la falta de emisión de conductas adaptativas, o sea de acciones que podrían llevar a obtener gratificación. Esto es lo que conduce a la persona a actuar bajo el paradigma de escape/evitación, retroalimentándose el estado característico de la depresión.

Pero fue Peter Lewinsohn (psicólogo), quien recalca que lo más relevantes de estos estados es la evitación social.

Tanto Ferster como Lewinsohm, son los primeros en realizar un detallado análisis comportamental de los estados depresivos, sentando las bases para una intervención en la cual los objetivos del tratamiento giran en torno al incremento de actividades reforzantes, bloqueo de la evitación y recuperación de las actividades sociales.

Al mismo tiempo en que se realizaban estas investigaciones, Aaron Beck, presentaba su terapia cognitiva para el tratamiento de la depresión, basado en técnicas conductuales.

Hacia mediados del 90, el equipo de Jacobson, realiza un análisis de componentes de la TCC para la depresión, con el objetivo de investigar, que era lo realmente efectivo en un tratamiento. Esta investigación, consistió en comparar las técnicas conductuales solas, con las mismas técnicas conductuales más un componente cognitivo (consistente en la ‘modificación de los pensamientos negativos’) y con la terapia completa (incluyendo las técnicas conductuales, las técnicas conductuales más la modificación cognitiva y la modificación de las creencias acerca del yo, el mundo y el futuro – asumidas como el núcleo de la terapia-). El resultado obtenido, detalla que las técnicas conductuales solas, son igual de eficaces que la terapia completa. De acuerdo con este resultado, el cambio cognitivo no parece ser un componente necesario del tratamiento, de manera que la aplicación de las técnicas conductuales sería un procedimiento más lento.

A partir de este resultado, se empezaron a considerar las ‘técnicas conductuales’ de la Terapia Cognitiva, como toda una terapia con derecho propio, lo que llegaría a ser la ACTIVACIÓN CONDUCTUAL. Sin embargo, la activación conductual, no desconsidera las cogniciones ni el humor, sino que cuenta con que cambien a partir del cambio previo de la conducta, que a su vez habría de cambiar el contexto y las circunstancias de la persona. En realidad, las cogniciones y el humor cambian como resultado de la activación conductual.

Por otra parte, en la activación conductual, se sostiene que las conductas que caracterizan a las personas deprimidas, juegan un papel significativo en la depresión, en vez de ser meramente los síntomas del cuadro.

Los investigadores de la activación conductual, hacen hincapié, en poner el foco desde el interior de la persona (desde sus procesos intrapsíquicos), hacia las relaciones que establecen con su entorno y a partir de ahí en las consecuencias de sus acciones en ese entorno.

Lo que ocurre, es que al deprimirse, la persona se aleja del entorno habitual e interrumpe rutinas de su vida. Esto va generando una progresiva pérdida de capacidad para resolver problemas. Esta dinámica de evitación genera que cada vez se vuelva más difícil enfrentar lo abandonado y salir del estado de pasividad adquirido.

Por otra parte, es importante estar atentos a lo beneficios que la persona puede obtener por manifestar conductas depresivas (por ejemplo obtener más atención de su entorno), ya que esto puede generar que ese estado depresivo se perpetúe, siendo entonces uno de los principales objetivos, detectar esos beneficios y disminuirlos.

Por lo cual, la técnica de activación conductual, pone énfasis en no obtener reforzamiento positivo por actuar depresivamente, y que en cambio, se otorguen nuevos reforzadores cuando la persona actúe de forma “sana” o no depresiva, ya que la depresión se sostiene porque el reforzamiento de conductas no depresivas es bajo o inexistente.

Además, es importante no perder de vista, que la mejora anímica no viene de adentro hacia afuera, sino al revés, de afuera hacia adentro.

Por lo que, para cambiar los pensamientos y sentimientos negativos, se debe primero poner en actividad a la persona y progresivamente esas actividades serán llevadas a cabo más fácilmente. Es por esto que las técnicas de tratamiento, apuntan a incrementar de forma sistemática la activación y bloquear la evitación y que así, la persona vaya logrando mayor contacto con fuentes de recompensa.

Dentro de las actividades utilizadas para obtener esto, encontramos por ejemplo, la monitorización, que se hace a través del registro de actividades, jerarquización de tareas y su reprogramación.

Otra de las estrategias más utilizadas es la de exposición, en la cual se debe poner atención, en que ciertas actividades supuestamente gratificantes (como podría ser ir al cine) no sean en realidad, un mecanismo más de evitación. El objetivo es que la persona se vaya exponiendo poco a poco a aquellas actividades que le generan malestar y así, a medida que vaya lográndolo y su malestar vaya disminuyendo, se vaya generando un reforzamiento positivo natural.

Otras de las técnicas utilizadas, es la que se nombra como “ACTION” que lleva a la persona a realizar el siguiente análisis:

  • Primero evaluar la situación: evaluar si mi conducta es una forma de evitar o enfrentar y si la misma me hará sentirse mejor o peor.

  • Elegir la alternativa conveniente: persevero en la conducta aunque a la larga no me haga sentir bien o pruebo una nueva alternativa.

  • Poner a prueba la decisión elegida.

  • Integrar esto en la rutina diaria y observar el resultado.

  • No abandonar ese camino pese a que los efectos a corto plazo no sean los esperados.

Al llevar a cabo esta técnica, es importante alertar y prevenir la posible recaída, mostrando la terapia como un proceso de aprendizaje.

También, es importante trabajar con familiares como una forma de asegurarse lo expuesto anteriormente respecto al no reforzamiento positivo frente a comportamientos depresivos.

En resumen, el principal objetivo de la activación conductual, es ‘poner a funcionar’ o, como sugiere su propio nombre, ‘activar’ a la persona a pesar de estar deprimida como paso para dejar de estarlo, es decir que no se trata de cambiar primero los pensamientos para después actuar, sino de actuar a pesar de este sentimiento de mal estar.

Por eso en activación conductual, se incluyen ciertas premisas de la terapia de aceptación y compromiso

Una de las grandes ventajas de conocer y aplicar la activación conductual, es correr la mirada negativa que tiene la depresión hacia una perspectiva más genuina, con alternativas y poniendo a la persona como protagonista y sujeto activos en su bienestar.