Dentro de las relaciones humanas, ya sea en vínculos afectivos (como la pareja, familia, amistades) o en vínculos laborales (compañeros de trabajo, jefes, supervisores), muy frecuentemente nos encontramos frente a situaciones que nos plantean el siguiente dilema: “¿Digo lo que realmente pienso sobre esto? ¿Y si mejor no lo digo así no quedo mal?”
Nos puede resultar imposible la idea de comunicarle a esa persona que pensamos diferente, o que algo de su manera de comportarse nos disgusta. Esta creencia de incapacidad para poder manifestar desacuerdos es reforzada a su vez por las emociones que pueden experimentarse en ese momento: incomodidad, vergüenza, miedo, incertidumbre, ansiedad, entre otras.
Por eso es importante conocer habilidades, como la asertividad, para desarrollar una efectiva comunicación interpersonal.
¿Qué es la asertividad?
La asertividad es la capacidad que tenemos las personas para transmitir a los demás nuestras opiniones, creencias y sentimientos de manera adecuada, sin causar un daño en quien recibe el mensaje. Es más bien una conducta que implica expresar sentimientos propios y defender nuestros derechos personales, al mismo tiempo que se reconocen los derechos personales de los demás.
El propósito de la respuesta asertiva es comunicar de forma eficaz cuál es nuestra postura y ofrecer a la otra persona un feedback específico acerca de cómo esperamos que se comporte en situaciones futuras.
Los componentes verbales y no verbales de la conducta asertiva
Decir que no, marcar cierto límite, comunicarle a la otra persona que hay cosas que no nos agradan y que hasta incluso pueden hacernos daño, no es una tarea sencilla. Cuando lo hacemos, además del contenido, es importante tener presente el papel fundamental que juega el cuerpo cuando comunicamos.
Entonces, hay dos tipos de componentes que integran una respuesta asertiva eficaz:
Componentes no verbales de la conducta asertiva
- Contacto visual sostenido
- Muestras cálidas de afecto
- Fluidez verbal
- Tono de voz convincente y apropiado
- Postura corporal firme
Componentes verbales de la conducta asertiva
- Reconocimiento del punto de vista del antagonista
- Expresión de desacuerdo
- Petición de un cambio de conducta específico
- Propuesta de solución al conflicto
En resumen, comunicar asertivamente no implica únicamente el contenido de lo que se quiere transmitir. El modo en que lo hacemos es igual de importante que lo que se dice. Se hace de manera firme, clara y convincente, sin hostilidad en el tono de voz. Es invitar a que el receptor cambie su conducta sin herir sus sentimientos ni violar sus derechos.
¿Por qué entrenar la asertividad?
Cuando respondemos de manera asertiva, podemos lograr que el mensaje que se comunica provoque un cambio conductual en el otro, ya que sería mucho más difícil que el receptor identifique que algún aspecto de su comportamiento puede resultar aversivo para los demás si no hay alguien que se lo comunique. Sin embargo, la modificación de la conducta esperable del antagonista depende en gran medida de su historia de aprendizaje, entre otros factores. Además, un gran beneficio que aporta el entrenamiento en asertividad, es el cambio conductual en la persona que lo practica, ya que poder comunicar cuál es nuestra postura frente a una situación nos permite comportarnos de acuerdo con nuestros propios valores, en lugar de responder únicamente a las exigencias y demandas de los demás.
¿Cómo se aborda la asertividad en la terapia cognitivo conductual?
El objetivo terapéutico con el entrenamiento en asertividad es el de incrementar tanto componentes verbales como no verbales en la conducta asertiva, además de potenciar la capacidad para defender con firmeza la postura que se tiene frente a un evento (Kelly, 1982). Mediante los ensayos conductuales en sesión, se espera que el consultante pueda practicar esta habilidad para luego ser extrapolada en su ambiente natural. A través de esta intervención, el paciente incorpora gradualmente nuevos repertorios conductuales.
Una de las herramientas más útiles en esta área es el dear man (“querido hombre” en inglés), uno de los tantos aportes que nos brinda la Terapia Dialéctico Comportamental (DBT) que consiste en un acrónimo que nos permite trabajar la habilidad de ser eficaz en la comunicación interpersonal. A continuación, veremos detalladamente cuáles son los pasos a seguir para llevar a cabo esta estrategia:
- Describí la situación actual, si es pertinente hacerlo. Contale a esa persona exactamente a qué estás reaccionando. Es importante en este primer paso avocarse únicamente a los hechos sin pensamientos de juicio, solo implica contar la situación tal cual es.
- Expresá tus sentimientos y opiniones en relación con la situación que describiste anteriormente. Es fundamental tener en cuenta que tus sentimientos y opiniones no son autoevidentes. Utilizá frases como “yo siento que”, “yo quiero”, “yo no quiero”, en lugar de “vos deberías” o “yo necesito”.
- (sé) Asertivo/a cuando pedís lo que deseas o cuando decís NO Asumí que los demás no se imaginan, no saben, ni hacen lo que deseas a menos que se lo digas. No supongas que los otros saben lo difícil que es para vos pedir las cosas directamente.
- Reforzá o premiá a la persona explicándole las consecuencias. Contale los efectos positivos de conseguir lo que deseás o necesitás. También podés mencionarle los efectos negativos de no conseguirlo, solo si considerás que es muy necesario. Ayudá a la persona a sentirse bien por aceptar lo que deseas.
- Mantené tu posición, focalizá tu atención en el objetivo. No distraerse es importante, para ello podés tener en cuenta dos técnicas: Disco rayado; Pedí y decí que no una y otra, y otra, y otra vez. Extinción; ignorá las amenazas o comentarios si la otra persona ataca, intentá cambiar de tema. Dejá pasar, aceptá la crítica.
- Aparentá ser seguro/a usando un tono de voz firme, mirá a los ojos a la persona apropiadamente. No tartamudees, no susurres ni mires hacia otro lado.
- Negociá manteniendo la negativa, pero ofreciendo hacer algo a cambio. Ofrecé y pedí soluciones alternativas al problema. Podés hacerlo “pasando la pelota”, cambiando el problema hacia la otra persona: “¿qué pensás que podemos hacer? No puedo decirte que sí ahora, pero parece que esto es importante para vos”, ¿Cómo podemos resolver el problema?”.
En conclusión, entrenar la asertividad puede ser el inicio de un cambio en el estilo de vida, puede mejorar y potenciar la comunicación dentro de los vínculos más significativos, y puede reforzar positivamente la percepción que tenemos acerca de nosotros mismos.
Referencias bibliográficas
Caballo, V. (2007), Manual de evaluación y entrenamiento de las habilidades sociales. Editorial Siglo XXI.
Gagliesi, P. y colaboradores (2018), Manual de entrenamiento en habilidades para pacientes con desregulación emocional. Fundación Foro.
Kelly, J. A. (2002), Social-Skills Training. A Practica/ Guide for lnterventions. Editorial Descleé de Brouwer.