Frente a la pandemia de Covid -19, nos vimos interpelados a modificar distintos aspectos en nuestra dinámica cotidiana y en nuestros estilos de vida. Las rutinas con las que nos manejábamos, los hábitos y las costumbres, se vieron afectados por cambios introducidos en pos de cuidar nuestra salud y la de nuestros seres queridos. La posibilidad de predecir lo que sucederá en un futuro cercano, y no tan cercano, se vio afectada también despertando en muchos casos ansiedades, temores, inseguridades y dudas respecto a cómo seguir.

El ámbito laboral no fue la excepción, y particularmente quienes nos desempeñamos en tareas vinculadas al cuidado de la salud (consideradas esenciales), tuvimos que adaptarnos a situaciones altamente estresantes para continuar sosteniendo nuestros trabajos. Y sobre todo para continuar brindando apoyo, asistencia y contención a la población que así lo requiriera.

En un primer momento, ante el estado de alerta y preocupación se fueron tomando algunas medidas de protección que nos ubicaban en estados de hipervigilancia, pero con el tiempo tuvimos que incorporarlas a la “nueva normalidad” y seguir desde allí. Si bien en algunas profesiones la modalidad online permitió mayores resguardos en el plano del contacto físico, no en todos los casos esto fue posible, y además con el paso del tiempo se fue tendiendo a combinar la virtualidad con la presencialidad.

Resulta importante tener en cuenta, que más allá de los grandes esfuerzos realizados, o justamente a consecuencia de ello, el desgaste y el cansancio fueron haciéndose presentes. Sostener espacios de trabajo donde el temor al contagio, a perder un compañero, a transmitir el virus a un familiar están a la orden del día, nos convoca a pensar en estrategias de cuidado y auto-cuidado que ayuden a poder seguir desempeñándonos desde posicionamientos comprometidos y responsables con los demás y con nosotros mismos.

Pero entonces, además de cuidar a quienes nos necesitan, ¿qué podemos hacer por nosotros?

Tomando en cuenta algunas guías desarrolladas por organismos internacionales para el cuidado de la salud de quienes nos vemos expuestos en tareas de asistencia a terceros, se recomienda:

Probar y adoptar estrategias útiles de respuesta.

Entre ellas se incluyen el descanso y las pausas durante el trabajo o entre turnos; una alimentación saludable y en cantidad suficiente; dentro de lo posible, la realización de actividad física; y el mantenimiento del contacto con la familia y los amigos. Si esto último no puede hacerse de manera presencial o con tanta frecuencia, los medios de comunicación juegan un papel fundamental a través de las videollamadas, mensajes, o simples llamadas telefónicas.

Intentar no adoptar estrategias de respuesta inadecuadas como el consumo de tabaco, alcohol u otras drogas, ya que a largo plazo, esto podría empeorar el bienestar físico, mental, emocional, considerando que se trata de una situación única y sin precedentes para muchos trabajadores, en especial si nunca antes habían participado en respuestas similares.

Recordar las estrategias que en otras ocasiones nos han ayudado a manejar el estrés y que pueden ser útiles también en este momento. Si anteriormente realizaron meditaciones, ejercicios de respiración, refuerzo de relaciones positivas o psicoterapia de apoyo, se sugiere acudir nuevamente a estos espacios o herramientas cada vez que sean necesarias.

Mantener una buena salud mental y lidiar con el estrés durante el desarrollo laboral, ayudará a estar mejor preparados para cumplir con las funciones requeridas. Es preciso tener en cuenta que esta situación no va a desaparecer de la noche a la mañana y que hay que enfocarse en la capacidad ocupacional a largo plazo en lugar de las respuestas reiteradas a crisis a corto plazo.

Recurrir a los colegas, jefe del establecimiento donde se trabaja o a otras personas de confianza para recibir apoyo social, ya que es posible que los colegas estén viviendo experiencias similares a la propia. Habilitar espacios de diálogo desde lo grupal, fomenta la circulación de la palabra y el desarrollo de una actitud empática, donde el sentimiento de soledad que muchas veces se hace presente por diversos motivos tienda a disminuir.

Supervisar y trabajar los casos o situaciones en conjunto, también fomenta la sensación de apoyo y compañía, a la vez que permite la trasmisión de información actualizada.

-Procurar mantener una comunicación de buena calidad entre compañeros.

El desarrollo de la asertividad resulta una estrategia de gran valor, considerando el nivel de presión al que podemos vernos expuestos durante el desarrollo de nuestras tareas y el aumento de la sensibilidad que puede llegar a aparecer como consecuencia. Hablar los malos entendidos, clarificar situaciones confusas que puedan generar angustia, practicar la tolerancia y la escucha activa entre compañeros, complementarán a que la tarea resulte más llevadera a corto y largo plazo.

-Fomentar la rotación entre las funciones que crean un nivel alto de estrés y las que causan menos estrés.

Promover que los trabajadores sin experiencia actúen de cerca con sus colegas más experimentados, brinda mayor aprendizaje y contención en la resolución de situaciones de conflicto. De esta manera, se previene la aparición del agotamiento extremo y la desesperación en trabajadores más nuevos en el área, así como sentimientos de desprotección y vulnerabilidad frente a las realidades complejas que pueden tener que ir atravesando.

-Utilizar el sentido del humor en el ambiente laboral.

Si bien existen momentos y circunstancias en el desarrollo de las tareas en los que cabe mantener una actitud acorde a la profesión y al ejercicio de la misma, dentro de un clima de respeto, el sentido del humor resulta un factor sumamente enriquecedor y complementario para liberar tensiones. De esta manera, se introducen “pequeñas pausas” en las jornadas laborales, que muchas veces pueden resultar angustiantes y de gran agobio por sus características y por el tipo de actividad que se lleva a cabo.

Aunque estas estrategias se plantean como propuestas a ser consideradas para mejorar los entornos de trabajo enfocándonos en cuidar a los que cuidan, sabemos que existen condiciones en las instituciones que muchas veces dificultan su completa implementación. En el desarrollo de las tareas, la resolución de situaciones de conflicto, los riesgos presentes y la constante demanda de asistencia y calidad, muchas veces resulta dificultoso tomarse el tiempo para organizar nuevas dinámicas.

Aun así, poder hacer una pausa, evaluar fortalezas y recursos presentes en cada trabajador, equipo y organización laboral, resultarán medidas de cuidado dispuestas a sostener la tarea diaria. La generación e implementación de cambios serán parte de un proceso, priorizando la salud de todos los involucrados en los contextos de cuidado, dando un paso a la vez.