Desde hace unos años estamos escuchando cada vez más acerca de la dependencia emocional o de los “dependientes emocionales”. Si bien dentro de la psicología o la psiquiatría esta problemática no se encuentra incluida en los principales manuales diagnósticos como el DSM o el CIE, por lo que no es considerado formalmente como un trastorno, se utiliza este término para definir a las personas que construyen relaciones caóticas, asimétricas y destructivas tanto a nivel familiar, de pareja o de amistad. El dependiente emocional se ubica en una posición de sumisión respecto a su pareja, a la cual idealiza, menoscabando su autoestima y llevando al deterioro diferentes áreas valoradas de la vida. Estas personas desarrollan un temor extremo a la soledad y a la ruptura vincular, a pesar del sufrimiento, del malestar y de los problemas que les generan estas relaciones significativas, llegando a realizar actos humillantes o denigrantes con tal de evitar el fin de la relación.
Para los dependientes emocionales, la necesidad de afecto y de sentirse amados es constante, por lo que los vínculos o las parejas suelen funcionar como fuentes de seguridad que se hacen muy difíciles de abandonar dado que ante tal situación sobrevendría una ansiedad intensa y una angustia insoportable. La sensación de vacío que experimentan estas personas al romper estos vínculos particulares es tan grande que realizan grandes esfuerzos por evitar el abandono o la soledad. Esta dinámica fortalece esas relaciones y hace que con el tiempo sea cada vez más difícil salir de ellas. Otra característica de estos sujetos es que suelen tener la creencia o la idea de que estar solo es sinónimo de ser defectuoso, de estar fallado. Sus pensamientos les indican que no van a poder volver armar una relación tan importante como la que están transitando, por más que sea una fuente de sufrimiento y problemas constante. Además, su estado de ánimo y sus emociones van variando dependiendo el transcurso de la relación, son factores que se encuentran sujetos a lo que pase dentro del vínculo.
Las personas que suelen elegir los dependientes emocionales para formar pareja o vínculos significativos que quedan dentro de esta dinámica problemática suelen tener ciertas características particulares como una autoestima elevada, rasgos narcisistas, habilidades sociales desarrolladas, actitudes dominantes, poca demostración de afecto para con su pareja, conductas que responden a celos (planteos, escenas, acusaciones), entre otras.
El patrón vincular en el que se ven envueltas estas personas es un patrón de constantes rupturas y reconciliaciones dentro de estas relaciones problemáticas. De forma de sentir alivio cada vez que se genera una reconciliación y fuertes síntomas de malestar en cada ocasión en la que se produce una ruptura.
En general, son personas que requieren constantemente estar acompañadas por un otro que les brinde afecto y cariño. Si, eventualmente, la relación se rompe completamente, buscan desesperadamente otra persona con la que puedan armar una nueva relación, y de esta manera lograr el alivio emocional tan deseado. En este caso, un nuevo ciclo comienza.
Si realizamos un paralelismo entre la dependencia emocional y las adicciones, y tenemos en cuenta que la definición para esta última problemática por parte de la OMS incluye no solo a sustancias o drogas sino también a actividades y personas (vínculos), entonces podemos decir que, al igual que los adictos, los dependientes emocionales sufren de síntomas de abstinencia cuando se encuentran alejados de la relación vincular que los atrapa. Algunos de estos son:
. Sensación de vacío profunda
. Ansiedad y angustia elevadas
. Rumiación excesiva, con pensamientos obsesivos respecto a la relación y a la persona con quien se distanció.
. Falta de concentración
. Problemas de sueño/descanso
. Alteraciones en la conducta alimentaria (generalmente por falta de apetito)
. Compulsión a retomar la relación o contactar nuevamente a la persona con la que se generó el distanciamiento, que puede dar paso a comportamientos humillantes de cualquier tipo con el objetivo de evitar la ruptura definitiva.
Estos síntomas se atenúan o merman cuando el dependiente emocional vuelve a ponerse en contacto con la persona con la que formaba el vínculo problemático, al igual que un adicto a la cocaína deja de padecer los síntomas de abstinencia cuando vuelve a aspirar la droga.
Estos síntomas pueden durar semanas o meses y es importante, para poder superarlos y evitar recaídas, que el dependiente evite todo tipo de contacto, tanto presencial como telefónico o virtual con la personal con la que generó la relación problemática.
La psicoterapia es fundamental para ayudar a estas personas a superar el problema y romper con ese patrón relacional en el que se encuentran atrapadas. La Terapia Cognitivo Conductual es la terapia recomendada para abordar esta problemática dado que en el proceso la persona aprenderá nuevas formas de vincularse con sus emociones y pensamientos negativos, dando lugar a una nueva manera de comportarse, más adaptativa y saludable, que le permita generar nuevos vínculos estables, ricos y significativos. El objetivo es que las relaciones puedan transitarse de acuerdo con los valores de la persona.