Es sabido que  las distintas teorías psicológicas ofrecen diferentes modelos u opciones para el tratamiento del pánico. Desde los modelos cognitivos de los trastornos emocionales se propone como idea central que las emociones negativas, entre éstas la ansiedad, surgen a partir de cómo el individuo interpreta determinados hechos que le suceden y no tanto por los hechos ocurridos en sí. De esta mirada se desprende una clínica que ha mostrado su efectividad en cuanto a resultados.

Hoy en día es muy común escuchar que ante determinadas situaciones como el comienzo de un nuevo trabajo, presentarse a rendir un examen, etc., algunas personas utilizan la frase ¨me dió un ataque de pánico!!¨ u otras similares, haciéndose cada vez más evidente su popularización.

Pero… que es en realidad un Ataque de pánico?

El ataque de pánico o crisis de ansiedad es la aparición de un episodio repentino de miedo intenso o malestar que se inicia de forma brusca, alcanza rápidamente su máxima expresión de 1 a 10 minutos y luego va cesando en forma paulatina. A menudo se acompaña de una sensación de peligro o de muerte inminente y de una necesidad urgente de escapar. Presenta al menos 4 de los siguientes síntomas somáticos o cognitivos: sudoración, palpitaciones, temblores, sensación de ahogo, opresión torácica, sensación de atragantarse, náuseas o molestias abdominales, mareo o inestabilidad, despersonalización o desrealización, miedo a perder el control (¨volverse loco¨), miedo a morir, parestesias y sofocaciones o escalofríos.

La persona desconoce el porqué de esos ataques de miedo intenso y generalmente está convencida de que está sufriendo un ataque al corazón, un derrame cerebral o cree estar enloqueciendo. Estos síntomas iniciales parecen guiar la interpretación que hace el paciente de sus sensaciones corporales (Moreno y Martin, 2007):

  • Taquicardia = infarto
  • Dolor en el pecho = infarto
  • Sensación de ahogo = asfixia
  • Despersonalización / desrealización = enloquecer

Posteriormente la persona presenta una inquietud persistente de preocupación, tanto de que aparezca una nueva crisis como así también de las posibles consecuencias. Algo así como ¨miedo al miedo¨. Ésto acarrea un cambio significativo en su comportamiento afectando en forma considerable su vida cotidiana. En consecuencia, la persona tiende a evitar ciertas situaciones o lugares y, ocasionalmente, puede lograr exponerse a esas escenas temidas si se encuentra en compañía de alguien cercano.

Por lo general, esta disfuncionalidad en su vida cotidiana lo lleva a pedir ayuda a un profesional.

Dando el primer paso: el diagnostico

Cuando la persona consulta, es menester que el profesional que lo recibe se muestre comprensivo y empático en relación a esas  vivencias temidas que le provocan un padecer tanto objetivo como subjetivo.

Como paso siguiente es necesario hacer un diagnóstico exhaustivo, el mismo consiste en detectar la crisis de pánico a través de cuestionarios simples y luego elaborar una exhaustiva historia clínica del paciente explorando adecuadamente: sus antecedentes personales y familiares, el estado mental actual y el estado de salud física como así también si existe consumo de sustancias psicoactivas, sus rasgos o estilos de personalidad y el grado de estrés a que está sometido el paciente en su vida cotidiana.

Luego de descartar que el paciente sufre de alguna enfermedad médica, la existencia de relación del paciente con sustancias psicoactivas o la presencia de algún otro trastorno, se dá lugar a una fase de psicoeducación. Desde el modelo cognitivo conductual se conoce esta instancia como un proceso en el cual el terapeuta aporta información al paciente con la intención de que entienda determinados fenómenos psicológicos. Consiste en explicarle las distintas causas por las que sobrevienen la crisis de ansiedad y cómo podría ser auxiliado en dichas circunstancias. Esta información le permite entonces comprender sus problemas, tomar conocimiento sobre el origen de los mismos y principalmente qué hace que éstos se mantengan en la actualidad. En esta etapa también se informa sobre los procedimientos a utilizar para el tratamiento y su efectividad, la probabilidad de cambio esperada, los roles y las tareas que van a llevarse a cabo entre terapeuta y paciente. La idea es llegar a un consenso sobre el plan de tratamiento a seguir para así potenciar las expectativas de cambio del paciente y aumentar su motivación e implicación (esencial para que el paciente pueda llevar a cabo las tareas que el terapeuta le propone).

El tratamiento… a trabajar se ha dicho!

Dando comienzo al tratamiento, el objetivo consistirá en influir en forma directa sobre el aspecto cognitivo, tanto de la interpretación errónea de la ansiedad y los ataques de pánico, como sobre la respuesta de hiperventilación y las reacciones condicionadas a las señales físicas. Primero se proporciona información sobre la naturaleza de los aspectos fisiológicos de la respuesta de lucha/huida (trabajando sobre la hiperventilación), y segundo se enseñan técnicas específicas para modificar las cogniciones (la identificación y el cuestionamiento de las ideas erróneas). Luego se realiza una práctica amplia de reentrenamiento de la respiración para sobrellevar la hiperventilación y por último, se lleva a cabo la exposición repetida a las señales internas temidas, con el objetivo de desacondicionar las reacciones de miedo (Caballo, 1996).

Según Beck (1985) en los estados ansiosos, los individuos sobreestiman sistemáticamente el peligro inherente a una situación dada y en consecuencia activan automáticamente y de forma refleja, un ¨programa para la ansiedad¨. Éste consiste en un conjunto de repuestas heredadas de nuestro pasado evolutivo y diseñado originalmente para protegernos del daño de los ambientes primitivos. Así, ante un determinado estimulo o situación en el cual se experimenta miedo, se pone en marcha ese programa llevando a cabo conductas de evitación o escape, no siendo una respuesta de manera refleja sino porque el paciente lo ha valorado o interpretado previamente como una amenaza, independientemente de que objetivamente lo sea o no.

La intervención cognitiva entonces radica en solicitarle al paciente que considere sus pensamientos catastróficos como suposiciones a ser comprobadas en la realidad y no como hechos o verdades absolutas. Se le muestra como explorar sus pensamientos automáticos y sus distorsiones o errores de pensamiento y se le ayuda a desafiarlos y modificarlos para que, en caso de que vuelva a ocurrir lo temido, entienda que ya no va a ser tan catastrófico porque ahora dispone de medios para afrontarlo. Se pretende así modificar las creencias subyacentes de vulnerabilidad e incapacidad de afrontamiento para que el paciente aumente sus expectativas de autoeficacia, su capacidad de predicción y de control, y una mayor sensación de seguridad.

Una práctica habitual es utilizar un tratamiento combinado, es decir, tratamiento psicológico más farmacológico. No obstante, esto quedaría a consideración ya que hay otros factores a tener en cuenta como: la frecuencia, el grado de sufrimiento y las preferencias del paciente, su estado clínico, etc..

Ya hacia el final del tratamiento la psicoeducación estará enfocada respecto a la ¨prevención de recaídas¨.

Ultimas consideraciones…

En contraposición a las situaciones mencionadas al inicio de este artículo, estaríamos ahora en condiciones de comprender de una manera más clara la magnitud de lo que significa un Ataque de pánico así como de sus consecuencias. Asimismo, se hace más plausible de concebir los motivos por los cuales el modelo cognitivo conductual es considerado como uno de los más eficaces para su tratamiento.