«Cuarentena» es el término que utilizamos para referirnos al aislamiento físico como consecuencia de la pandemia del Covid-19. Hay ciertos cambios indiscutibles en contexto de pandemia que incluyen la falta de reforzadores habituales (ej. Fiestas, reuniones sociales, sexo, etc.), pérdidas económicas y la aparición de grupos expuestos a situaciones traumáticas, como lo son el personal de salud de cuidados intensivos y las personas cercanas a seres queridos fallecidos o con complicaciones severas por Covid.
Si bien aún es muy pronto para hacer afirmaciones sobre las consecuencias en la salud mental de las personas, nos encontramos frente a una situación mundial de crisis sanitaria sin precedentes que implican un contexto de mayor incertidumbre.
En este artículo vamos a citar algunos estudios que se realizaron acerca del impacto de los cambios de hábitos, la percepción de la imagen corporal y la salud mental en Argentina durante el año 2020.
En el estudio de Etchevers y cols. (2020), más de 2000 personas reportaron sobre el estado de su salud mental en dos momentos diferentes de la cuarentena (a los 7-11 días y los 50-55 días). Los jóvenes de 18 a 29 años mostraron mayor sintomatología de ansiedad y depresión que los adultos mayores, así como las mujeres mayores síntomas de malestar psicológico que los hombres. Esto se asocia, por un lado, con procesos de cambio y desarrollo de la etapa vital y, en las mujeres, con la sobrecarga de tareas del hogar. Además, observaron una disminución en las actividades saludables como actividad física, yoga, práctica religiosa y meditación, alteraciones de sueño y descenso de actividad sexual. Por ultimo,llama la atención el uso de medicación ante síntomas de ansiedad e insomnio y la necesidad de recurrir en mayor medida a la práctica del rezo que del tratamiento psicológico a la hora de afrontar el malestar anímico. Los investigadores concluyen que una mayor duración de la cuarentena se relaciona con un mayor impacto psicológico negativo en casi todos los indicadores tenidos en cuenta.
Por otro lado, podemos profundizar en cómo el malestar psicológico afecta la percepción corporal sobre todo en cuanto a la edad y género, en jóvenes y mujeres respectivamente. El estudio de Speranza y cols. (2020) demostró que las mujeres presentaron mayor presión social familiar, mediática y de redes sociales que los hombres. Asimismo, las personas más jóvenes (18 a 25 años) presentaron mayor presión social que los adultos. Respecto al cuerpo percibido, las mujeres presentan mayor presión social hacia el atractivo de delgadez, mientras que los hombres mayor presión hacia un cuerpo musculoso.
Estos resultados son consistentes con los hallazgos sobre insatisfacción corporal de mujeres en un estudio de Sanday y cols. (2020). Este equipo estudió el impacto de la cuarentena sobre hábitos alimentarios y la imagen corporal, y encontró que la mayoría de las mujeres reportaron un cambio negativo en su imagen, siendo este impacto mayor en las que a su vez reportaban mayor malestar psicológico (síntomas de ansiedad o depresión). El impacto de los síntomas fue más significativo en las participantes más jóvenes. Además, en este estudio se halló que la mayoría de las participantes (91%) tuvo cambios en la alimentación, con un aumento significativo de atracones y picoteos entre comidas, y que una gran parte de estas participantes (55%) realizaban actividad física para adelgazar.
Algunas conclusiones
Los estudios mencionados nos permiten reflexionar sobre impactos notables de la pandemia en la salud mental de las personas. El malestar psicológico se ha visto incrementado con la permanencia física en el hogar, el aumento del uso de redes sociales, la sobreexposición a noticias y la incertidumbre respecto a las medidas de cuidado. Se ha visto un descenso de conductas saludables como los horarios de sueño y vigilia, una alimentación variada y ordenada, y la actividad física, recreativa y social. Por el contrario, ha habido un aumento de horas de sueño, insomnio, mayor ingesta de alimentos y / o picoteos, aumento de sedentarismo y una mayor insatisfacción corporal. Estas conductas son factores de riesgo para el desarrollo de desórdenes mentales, sobre todo los trastornos de sueño, ansiedad, depresión y trastornos de la conducta alimentaria.
La pandemia intensificó los síntomas de malestar anímico de las personas e impactó fuertemente en mujeres jóvenes, ya que es el grupo etario que más hace uso de las redes sociales y sobre el cual tiene un mayor impacto la valoración de los demás. A su vez, las mujeres son el grupo de mayor vulnerabilidad para desarrollar un trastorno alimentario y las más afectadas por las tareas de cuidado y limpieza del hogar.
Promoción, prevención y atención de la salud
Entendemos que este contexto desfavorece el desarrollo de hábitos saludables, a la vez que incrementa los riesgos en salud mental. En virtud de los estudios aquí envían, resulta fundamental invertir en la promoción, prevención y atención a la salud mental como se realiza en otros ámbitos de la salud.
Es necesario poner especial atención en los cambios de conducción de jóvenes, sobre todo en las mujeres, ya que son los grupos más afectados por la pandemia. Tal como se mencionó anteriormente, en las mujeres se observa una mayor preocupación hacia los cambios corporales acorde a los estándares de belleza hegemónicos, que en nuestra cultura responden al ideal de delgadez. Estas ideas, a su vez, generan una mayor insatisfacción corporal, cambio de hábitos alimentarios y conductas perjudiciales para bajar de peso. Disminuir las horas de exposición a redes sociales podría ayudar a disminuir los comentarios negativos sobre el cuerpo, las comparaciones con cuerpos hegemónicos y la autopercepción corporal a través de selfieso fotos. Esto es de enorme importancia a la hora de prevenir los trastornos alimentarios en toda la población. También es importante la organización de rutinas, la interacción social y las salidas al aire libre para contrarrestar el estrés generado por el encierro.
Por último, no queremos dejar de mencionar la importancia de los tratamientos o acompañamientos psicológicos como recurso fundamental e irremplazable frente a los cambios negativos aquí mencionados. Las terapias basadas en la evidencia permiten el desarrollo de tratamientos más efectivos para hacer frente al dolor que generan estos cambios. “Retomar” o “empezar” terapia se hizo bastante común en estos tiempos que corren. Si bien, afortunadamente cada vez hay menos prejuicio sobre la salud mental, existen contextos familiares o sociales donde aún prevalecen abandonos o dificultad para iniciar tratamientos psicológicos debido a la estigmatización que genera. Desde las políticas de salud pública, nuestro lugar como psicólogos o como ciudadanos, debe generar una mayor concientización sobre las consecuencias de la pandemia en materia de salud mental y la necesidad de recibir un tratamiento psicológico adecuado a tiempo para mejorar nuestra calidad de vida.
Bibliografía
Etchevers, M. J., Garay, C. J., Putrino, N., Grasso, J., Natalí, V., & Helmich, N. (2020). Salud Mental en Cuarentena. Relevamiento del impacto psicológico a los 7-11 y 50-55 días de cuarentena en población argentina. Buenos Aires, Argentina: Observatorio de Psicología Social Aplicada, Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires. Recuperado de: http://www.psi.uba.ar/opsa/#informes
Sanday, J., Scappatura, M. L., & Rutsztein, G. (2020). Impacto de la pandemia por covid-19 en los hábitos alimentarios y la imagen corporal. Congreso – Memorias 2020. ISSN 2618-2238 |Universidad de Buenos Aires. Facultad de Psicología.
Speranza, T., Abrevaya, S. & Ramenzoli, V. (2020). Body Image During Quarantine; Generational Effects of Social Media Pressure on Body Appearance Perception. 8th Mind Brain Body Symposium, 15-18 March 2021 | Virtual.