La pérdida de un ser querido suele ser uno de los acontecimientos vitales más estresantes de la vida. Tras la misma, es habitual que se dé un proceso de duelo, limitado en el tiempo, que suele tener una evolución favorable. No obstante, una pequeña parte de las personas experimentando un duelo complicado.
La palabra duelo (del latín dolium, dolor, aflicción) hace referencia a la reacción natural ante la pérdida de una persona, objeto o evento significativo; y también, a la reacción emocional y conductual que surge cuando un vínculo afectivo se rompe.
Podemos hablar de distintas respuestas ante la pérdida de un ser querido. Esta respuesta va a dependiente de varios factores: el vínculo con el fallecido, la edad del fallecido y del doliente, el rol que ocupaba en la familia, las características de la muerte. Asimismo, son factores de riesgo que el doliente haya afrontado otras pérdidas de forma pasiva y que padezca alguna enfermedad física o mental.
En contraposición, existen factores protectores que harán menos probable la aparición de un duelo complicado: la espiritualidad, la comunicación, la habilidad para resolver conflictos, la flexibilidad mental, el autocuidado y la capacidad para encontrar un sentido a la experiencia.
Las muertes no esperables y las muertes violentas tienen mayor probabilidad de provocar complicaciones en el duelo. Suelen acompañarse de menor capacidad de aceptación de la pérdida, pensamientos de remordimiento, venganza y miedo recurrentes. La causa de muerte más perturbadora es el homicidio, seguida del suicidio, accidentes, muerte natural repentina y muerte natural anticipada.
El duelo complicado, patológico o crónico, es una forma de duelo caracterizada por un persistente e intenso anhelo por la persona fallecida, pudiendo presentarse algunos de los siguientes síntomas: pensamientos e imágenes intrusivas, aplanamiento emocional, enojo, culpa, tristeza, sensación de vacío , impotencia, confusión, alteraciones del sueño, de la alimentación, llanto, falta de aire o energía y respuestas reactivas ante el entorno. La persona que transita un duelo complicado puede llegar a evitar a personas ya lugares asociados a la pérdida. Es esperable que presente dificultades para redefinirse a sí misma, experimentando complicaciones para encontrar nuevas relaciones satisfactorias o para involucrarse en actividades gratificantes.
La evitación en el duelo complicado.
Es muy frecuente que la persona en duelo refiera querer tener control sobre sus sentimientos y pensamientos, y desee ya no estar triste o dejar de recordar constantemente a la persona fallecida. Esto puede llevar a cabo a cabo a que prefiera evitar hablar o recordar al fallecido y que evite experimentar algunas emociones (como la tristeza). Sin darse cuenta, esto implica un desgaste emocional, cognitivo y físico muy alto, pues limita su capacidad de acción y obstruye su capacidad de manejarse libremente en su vida. Se ha demostrado que entre más se intenta ocultar los pensamientos y sentimientos derivados de la pérdida, más aumenta su frecuencia e intensidad.La evitación y los intentos de control no sólo no consiguen neutralizar los contenidos angustiosos, sino que a prolongar el curso del duelo.
Algunos ejemplos para identificar la evitación son:
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La persona intenta mantener una fuerte conexión con la persona fallecida. Por ejemplo, constantemente habla de la persona o ve fotografías o recuerdos.
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La evitación puede observarse en la inactividad, cuando la persona se abstiene de realizar actividades sociales, laborales y recreativas.
Una alternativa a la evitación.
Desde la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), se intenta que el paciente haga contacto directo con la experiencia vivida. En este sentido, la aceptación se entiende como la voluntad de experimentar con plenitud los pensamientos, sentimientos y sensaciones.
Así, la primera meta en la terapia será combatir los intentos de control y evitación con el objetivo de promover la salud psicológica y de poder vivir una vida significativa. Se buscará que reconozca la pérdida, pueda permanecer en contacto con todo aquello que sea importante para la persona y pueda encontrarle todavía un significado a la vida.
Referencias:
Cruz Gaitán, JI y Ortega, MAR Zenyazenn Corona Chávez (2017). Duelo: tratamiento basado en la terapia de aceptación y compromiso (ACT) . Editorial El Manual Moderno.