La autocrítica es concebida como un estilo cognitivo de personalidad mediante el cual el individuo se evalúa y se juzga a sí mismo. Tiene dos vertientes: Una «constructiva» (funcional) y otra que podríamos llamarla «No constructiva» (Disfuncional).
Esto quiere decir que la autocrítica no es negativa por sí misma, sino que depende de cómo la utilizarmos y que función tenga para cada individuo.
La autocrítica constructiva, permite la construcción de una identidad por la cual la persona se siente capaz de lidiar con las adversidades negativas de la vida. Identifica los problemas y conductas a cambiar con el fin de solucionarlos y mejorar el desempeño a largo plazo.
En la autocrítica No constructiva, las personas, ofrecen una evaluación en forma global, rígida y sesgan su percepción hacia el error. Los logros y los aciertos, más que méritos propios, se atribuyen a factores externos (Por ejemplo: “Si me fue bien fue porque tuve suerte o era mi deber hacerlo”).
En este tipo de autocrítica, cuando se alcanzan las metas propuestas, se suele experimentar un alto nivel de insatisfacción o se piensa que en la realidad no era tan importante. Basta con que se equivoquen en algún aspecto de su desempeño para que lo experimenten como un fracaso global que abarca a todo su ser.
Es frecuente en las personas que predomine la autocrítica no constructiva, que se tienda a pensar sólo de esa forma (negativa y sesgada) y difícilmente se piense de una manera alternativa o positiva. Si en algún momento se logra, ese pensamiento no suele perdurar en el tiempo.
Se suele presentar una tendencia a percibir rápidamente el error porque se tiende a estar hipervigilante a cómo se desarrollan los procesos y ante la mínima detección de una equivocación, se dispara toda una serie de ideas negativas acerca de sí mismo.
Las personas con este tipo de autocrítica se manifiestan inseguras de su capacidad para afrontar la vida y desarrollan toda una serie de inhibiciones que no permiten incrementar su potencial.
El temor a equivocarse conduce a dejar de involucrarse en las actividades valoradas, ya que, si las llevan a cabo y cometen errores, se sienten frustrados y se evalúan a sí mismos con gran dureza y reprobación.
La evitación de las experiencias por temor al fracaso, comienza a ser el mecanismo que rige la vida de la persona. Ello se convierte en una estrategia ineficaz, ya que la empobrece y se aleja de la vida que realmente se quiere vivir, generando limitaciones y reafirmando creencias de inutilidad y fracaso. Se dispara toda una serie de emociones negativas que se manifiestan desde una baja calidad de vida hasta el aumento del riesgo de padecer trastornos mentales.
La psicoterapia es un ámbito en donde se focaliza en generar conductas adaptativas y direccionadas a valores, aumentando la capacidad de percepción y reflexión constructiva hacia sí misma.
Referencia bibliográfica:
De Rosa, Lorena; Valle, Ariel Dalla; Rutsztein, Guillermina; Keegan, Eduardo Perfeccionismo y Autocrítica: Consideraciones clínicas Revista Argentina de Clínica Psicológica, vol. XXI, núm. 3, noviembre de 2012, págs.209-215 Fundación Aiglé Buenos Aires, Argentina