¿Cuántas cosas hacés al mismo tiempo? Quizás mientras estés leyendo este artículo escuches de fondo una lista de Spotify, respondas algún que otro mensaje de Whatsapp, o tengas varias pestañas abiertas del explorador con el correo o la búsqueda de un regalo para navidad.

La multitarea es una parte omnipresente de la vida moderna, especialmente desde que la tecnología impone demandas cada vez más crecientes a nuestra atención. Poder realizar varias cosas al mismo tiempo es una habilidad humana bastante compleja que utilizamos a diario, y con frecuencia nos vemos involucrados en dos o más tareas simultáneamente como las que describí al comienzo.

Se denomina Multitasking al proceso mental que tiene lugar cuando alguien intenta realizar dos o más tareas en simultáneo, cuando se cambia de una tarea a otra, o cuando se realizan varias tareas en sucesión rápida.

La multitarea se exhibe como una excelente manera de hacer mucho al mismo tiempo, es decir, un camino para aumentar nuestra productividad. En general, las personas percibimos esta capacidad como un rasgo altamente deseable, sintiéndonos satisfechos con nuestra capacidad de “atender a todo”. De hecho, hasta nuestro cerebro nos recompensa liberando dopamina para premiarnos cada vez que terminamos una nueva tarea (por más pequeña que sea, como responder un Whatsapp o revisar la bandeja de entrada) o nos exponemos a un estímulo novedoso (leer un mail o revisar una nueva historia de Instagram).

Sin embargo, las investigaciones han demostrado que el cerebro humano no es tan bueno para manejar varias tareas como pensábamos. La evidencia sugiere que los seres humanos somos incapaces de prestar atención a múltiples tareas complejas en simultáneo, sino que en realidad vamos comprometiéndonos en una sola tarea por vez.

Cuando estamos conduciendo el auto y al mismo tiempo intentamos contestar el mensaje de voz de un amigo, en realidad estamos cambiando nuestra atención de una tarea a la otra de forma muy rápida. Este movimiento es tan veloz que tenemos la  sensación  de que se realiza de manera simultánea, pero en realidad alternar entre actividades y enfocarnos cada vez en la nueva tarea reduce nuestro rendimiento, cometiendo más errores y disminuyendo nuestra productividad.

Además, cada vez que paramos e iniciamos una tarea nueva se produce un gasto de energía, similar a lo que ocurriría si apagáramos y prendiéramos el coche una y otra vez. La glucosa, que vendría a ser el combustible de nuestro cerebro, se quema más rápido y es por eso que nos sentimos agotados después de poco tiempo. Por si fuera poco, la multitarea además produce aumento de adrenalina y cortisol, la llamada hormona del estrés, que en exceso se asocian a problemas de sueño, ansiedad, agotamiento físico y mental.

Entonces, si nuestro cerebro no se encuentra diseñado para realizar múltiples tareas al mismo tiempo, la mejor manera que tenemos de protegerlo es practicar la toma individual de tareas. El desafío es recuperar la atención y poner un límite a la información que entra en nuestro campo de percepción: darnos el tiempo el diferenciar aquello que es importante y urgente de lo que no lo es, y poder aceptar el dejar cosas por fuera.

Hacer el ejercicio de planificar las tareas importantes del día siguiente, agendarnos un pequeño bloque de tiempo específico para cada actividad y limitarnos a ella, puede ayudarnos a estar más concentrados y ser más productivos (no olvidar agendar los descansos entre tareas). A su vez, es importante asignar ciertos momentos del día para consultar el correo o cualquier posible distracción, como una llamada telefónica pendiente. La clave es poder ayudar a nuestro cerebro con este tipo de herramientas para facilitarnos nuestra organización, y no caer en la ilusión de eficiencia que produce la multitarea.