La infancia de los niños de hoy se ve influenciada por la tecnología, si bien han nacido en la era digital, esto no quiere decir  que sepan hacer una buena utilización de lo digital.

Si pensamos un poco en las generaciones pasadas, la de nuestros abuelos o incluso la de nuestros papás, los niños de antes se divertían desplegando juegos imaginarios, creaban su propia forma de entretenerse, se movían mucho, y su mundo sensorial era simple y natural.

En la actualidad, vivimos en una sociedad digital, los niños de hoy reclaman de la tecnología para la mayoría de sus juegos, vemos con total normalidad a niños pequeños, menores de cinco años, manejando celulares, tablets y juegos de consola, la postura de los padres frente a ello es disfrutar de la paz transitoria que produce darle a su hijo un aparato para que juegue sin tomar en cuenta las consecuencias a futuro que dicha acción genera. Los niños que pasan mucho tiempo frente a las pantallas son receptores de un exceso de estímulos sensoriales y se convierten en cuerpos sedentarios, ambos factores repercuten negativamente en el cumplimiento de las etapas del desarrollo infantil. De esta forma disminuyen las posibilidades que motivan al despliegue de la creatividad y la imaginación, como así también esto resulta ser un impedimento para que el cuerpo del niño logre un crecimiento y desarrollo a nivel sensorial y motor ideal. Así es como llegan a la edad escolar con problemas en su capacidad de autorregulación y de atención, dos elementos esenciales para lograr concentrarse y así aprender, las dificultades también se ven reflejadas en el área del comportamiento, se trata de niños que demuestran dificultades para el autocontrol y  baja tolerancia a la frustración.

Como contracara de esto, bien sabemos que el mundo de lo digital brinda grandes oportunidades para aprender, para comunicarnos y resolver problemas, teniendo en cuenta esto, la solución no se trata de ir al extremo de prohibir el acceso de los niños a los dispositivos, pero sí de tomar conciencia de la importancia de regular su exposición a ellos. Cuando hablamos de regular nos referimos al empleo de tecnología en el lugar adecuado, y no todo el tiempo ni como sustitución de otras cosas fundamentales para el desarrollo.

La clave está, en que como adultos responsables, conozcamos lo que nos pueden aportar de positivo, evitando posibles distorsiones y logrando poner los límites cuando sea necesario. Es importante que no tengamos miedo de aplicar normas, ya que es esa la manera que tenemos de crear un marco de protección para los niños. Las normas deben seguir un proceso evolutivo desde la infancia, si en esta instancia que es cuando más fácilmente podemos ejercer la autoridad, no hemos puesto ninguna norma, la negociación en la adolescencia será muchísimo más difícil.

Una de las claves es dando el ejemplo, no siempre los más grandes somos un buen modelo a seguir, muchas veces también estamos inmersos en nuestros dispositivos, bloqueando cualquier forma de comunicación con los más pequeños. El modelo de utilización de las tecnologías que debemos enseñar a nuestros hijos debe ser coherente con el uso que nosotros hacemos de las tecnologías y con las acciones que llevamos a cabo, esta es sin lugar a dudas una cuestión fundamental.

Otras pautas que debemos tener en cuenta a la hora de gestionar las pantallas a las que están expuestos los más pequeños son:

  • Establecer espacios y momentos libres de pantallas, así podemos evitar que las utilicen en espacios privados, favoreciendo así que solo lo hagan en espacios comunes que permitan la supervisión y el acompañamiento del adulto.
  • Evitar jugar con pantallas en cuanto se tiene un momento libre, sin pensar antes en otras posibilidades de entretenimiento, de esta forma prevenimos de caer en automatismos.
  • El número de horas y el espacio temporal deben estar previamente pactados. De esta manera se podrá evitar el abuso y la interferencia en otras actividades importantes (estudio, relaciones sociales, comunicación familiar, etc.)
  • Tener en cuenta una serie de medidas que eviten daños físicos: mantener una adecuada distancia respecto a la pantalla; adoptar una postura correcta para evitar daños en la espalda, etc.

 

En síntesis es responsabilidad de los adultos favorecer a que los más chicos puedan hacer una incorporación positiva de la tecnología y un buen uso de la misma. La sociedad digital ofrece potencialidades infinitas y en nosotros está que los riesgos sean completamente evitables.