En la actualidad, la globalización y el acceso a la información es una gran herramienta, pero su «mal uso» expone a las personas a tomar decisiones basadas en información poco confiable. Muchas personas acostumbran buscar sus síntomas en internet, y hacer autodiagnósticos, e incluso optar por consumir fármacos o sustancias sin una previa consulta médica realizando tratamientos de escasa validez científica. Esta es una gran problemática a nivel mundial, por lo cual durante los últimos años se trabaja en la concientización del uso racional de medicamentos, para prescripciones adecuadas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1985 define que hay Uso Racional de los Medicamentos (URM) “cuando los pacientes reciben la medicación adecuada a sus necesidades clínicas, en las dosis correspondientes a sus requisitos individuales, durante un período de tiempo adecuado y al menor costo posible para ellos ”. Esto debe ser evaluado por los profesionales correspondientes y especializados en el área. En el área de la salud mental, frente a una problemática, es necesario que profesionales capacitados, psicólogos o psiquiatras, realicen una evaluación inicial que permita diagramar un plan o estrategia terapéutica, que puede requerir o no, el uso de psicofármacos. También es necesario descartar patologías orgánicas clínicas, que podrían originar síntomas similares. Por ejemplo, la anemia o el hipotiroidismo generan cansancio, hipobulia, hipersomnia. El hipertiroidismo puede generar ansiedad, nerviosismo, entre otros. En ello radica la importancia de la valoración médica, para diagnosticar enfermedades tratables, que podrían ser el origen de los síntomas.
En el caso de considerado adecuado y pertinente el inicio de un tratamiento farmacológico, el mismo debe ser supervisado por un médico, quien podrá valorar la dosis, duración y finalización del mismo entre otras cosas.
En cuanto a los tratamientos psiquiátricos, el informe del Observatorio Argentino de drogas de la SEDRONAR de 2017, que se realizó a nivel nacional, que 15% de la población, entre 12 y 65 años consume psicofármacos con o sin prescripción médica, que aproximadamente unas 2.956.910 personas.
Las llamadas benzodiacepinas, son de los psicofármacos más usados por la población, entre ellos se encuentra el famoso “clonazepam”; muchas veces recomendadas por algún amigo o familiar, a veces usadas de forma crónica frente a una única indicación por un médico generalista. El 21,1% de los que consumieron alguna vez en la vida lo hicieron sin prescripción médica o iniciaron el consumo por prescripción médica y luego lo continuaron por su cuenta. Según el mismo estudio de SEDRONAR, la prevalencia de consumo de tranquilizantes o ansiolíticos sin prescripción médica, alguna vez en la vida fue del 3,2%. El inicio en el consumo sin prescripción médica de tranquilizantes se ubica cercano a los 25 años. Siendo los jóvenes quienes se exponen mayormente a la automedicación y quizás empeoramiento de los síntomas que intentan mitigar.
Todas las medicaciones tienen sus posibles efectos adversos, por lo cual es imprescindible que el médico luego de una correcta anamnesis, valore síntomas, presunción diagnóstica, comorbilidades y/o posibles interacciones con otros tratamientos, y realice la elección del fármaco más adecuado para ese individuo. Cuando se recomienda el uso de un psicofármaco a un familiar o amigo, lo exponemos a la aparición de posibles efectos adversos sin la adecuada supervisión de un profesional que pueda pesquizarlos, así como a la posibilidad de adicción o dependencia a dicha sustancia.
Si bien, en el caso de las benzodiacepinas, las mismas no presentan efectos adversos numerosos ni graves, su utilización continua y prolongada puede generar complicaciones relacionadas con la tolerancia y la dependencia física. Siendo la tolerancia, la necesidad de utilizar una dosis cada vez mayor para lograr el efecto deseado. Por lo tanto, no hay que temer a los tratamientos con psicofármacos, son una gran herramienta para el alivio de múltiples trastornos, e incluso indispensables para algunas patologías, pero es necesaria la valoración médica para definir necesidad, fármaco / s, dosis, duración, respuesta e interconsultas con otras especialidades. El mejor consejo es siempre consultar con un profesional capacitado, para obtener un tratamiento adecuado ya su medida.