El sistema de recompensas naturales de nuestro organismo apareció porque nos estimulaba a buscar cosas que facilitan nuestra supervivencia. Sustancias como la cocaína realizan sus efectos a través de los mecanismos de recompensa que nos hacen sentir bien cuando saciamos la sed o el hambre, pero con un efecto mucho más intenso. Estas vías para asegurar que buscamos agua o comida se han visto beneficiadas a través de la selección natural pero también están a raíz de las adicciones.

Se sabe que hay factores genéticos heredables que pueden hacer a una persona más propensa a sufrir una adicción. Amplios estudios han mostrado que el riesgo de abusar de las drogas es heredable hasta en un 60% de los casos. Esto se ha relacionado con desviaciones en el genoma, pero esto no explicaría el fenómeno del todo. Algunos cambios que se producen en las marcas químicas en relación al estilo de vida, agrega al genoma, lo que se conoce como epigenoma, demostrando que pueden transmitirse a las generaciones posteriores. Eso sucedería también con la vulnerabilidad a las adicciones. Así mismo, se ha comprobado que la heredabilidad de la adicción no depende de un mayor o menor consumo sino de la mayor o menor motivación para buscar la sustancia.

El consumo de cocaína de los padres se ha relacionado con síntomas de ansiedad en los hijos, memoria deteriorada o déficit de atención. Además, se ha observado que si la madre toma cocaína antes del embarazo, se incrementa la sensibilidad de los hijos ante la droga, algo que aumenta la vulnerabilidad a la adicción.

Los niños con padres adictos reflejan la internalización del contexto que los rodeó, donde predominan sentimientos de anulación hacia sí mismos, que condicionó un ritmo de vida más difícil, donde la permanente negación de sus derechos y necesidades, hace que el sujeto, a largo plazo refuerce una imagen negativa del entorno en el que vive. Todo esto contribuye a generar contextos e identidades donde no tengan la capacidad ni la necesidad de demandar y reconocer sus propias necesidades y hasta naturalizar el abandono.

El conocimiento de la influencia de los cambios epigenéticos de los padres en la tendencia al consumo abusivo de droga en los hijos podría servir en el futuro para modificarlos y reducir ese riesgo

Algunas de las repercusiones a nivel psicológico y físico en los hijos que pueden estar asociadas a un entorno familiar caracterizado por la adicción de los padres son:

  • Baja seguridad hacia referentes personales y un déficit en los niveles de autoestima.
  • Estados constantes de ansiedad que pueden convertirse en un importante factor de riesgo para el inicio del consumo de drogas o para el desarrollo de otro tipo de problemas de salud mental
  • La carente estimulación temprana y un estilo de crianza deficiente por problemas con consumo de drogas puede ser un importante factor para presentar Trastornos de Déficit de Atención e Hiperactividad entre niños en edad escolar.
  • Cuadros de depresión juvenil e infantil, caracterizados por cambios frecuentes en el estado de ánimo, sentimientos de minusvalía, comportamiento agresivo, alteraciones del sueño, ideas y pensamientos de muerte, entre otras

Por ello es necesario también que la sociedad en general y sobre todo los padres estén en conocimiento de que la utilización de cualquier tipo de droga, incluidas las llamadas “legales” como el alcohol y el tabaco durante la gestación e incluso fuera de ella, puede tener un impacto importante en el rol parental. Cuando uno de los padres padece adicción, se altera y con ello las funciones parentales dado que la función consciente, perceptiva y motivacional del sujeto se modifica gradualmente haciendo que surjan factores como negligencia parental y fallas en el sistema de crianza que impactan negativamente en su entorno, ya que asumirá una distorsión en la manera de concebir y comprender la realidad familiar.

La importancia de consultar sobre el cuidado en el área de la salud, se basa en que durante la primera infancia es primordial el cuidado físico de los niños/as, por lo que es una condicionante clave a la hora de indagar cómo se determina este aspecto en la familia de un adicto, ya que al igual que los parámetros de una familia con problemas de parentalidad,  tiene como vía la indiferencia de los padres hacia las necesidades y a los problemas de los hijos. Parte de esto, explicaría la prematura adultez o parentalización que manifiestan los hijos/as mayores en una familia, ya que son ellos los que en ocasiones sumen ese rol. Ante la falta de relación con el propio padre, ya sea porque está ausente, o porque es insuficiente, se produce la anulación de sus propias necesidades, es común que ambos padres se paralizan con el conflicto causado por la adicción, y difícilmente pueden sostener las necesidades de sus hijos/as.

A modo de concluir,  resulta difícil plantear teorías que puedan contradecir o indicar que no existe incidencia en los procesos vitales cuando se vive con una adicción parental; por el contrario, se presenta una relación directa no solo en el desarrollo del ciclo vital, sino que afecta de manera en la que se proyectan a futuro las personas, sobre todo en el ámbito educativo y laboral. Las consecuencias de haber vivenciado una adicción parental afecta de manera directa o indirectamente las proyecciones de vida de las personas, ya que si se pueden ver afectados los procesos de vida y que por el contrario como se trata de problemática crónica y secuencial, los y las hijos/as  demostraron reproducir en alguna medida el mismo contexto en el que crecieron, además de la ausencia de confianza y la falta de mayores expectativas de vida, dado que suelen limitarse en la búsqueda a la hora de satisfacer necesidades básicas.

Un ambiente familiar equilibrado emocionalmente es esencial para aprender y desarrollar las habilidades de vida necesarias que le permitirán a las personas responder de manera adecuada a las condiciones de riesgo en su vida.

 

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