Cuando una persona consulta a un profesional de la salud por su malestar, lo hace buscando soluciones eficaces. Hay quienes esperan que “el psicólogo lo cure”. Sin embargo, los cambios más eficaces y persistentes serán los que puede llevar a cabo y sostener el mismo consultante. El profesional será su guía, brindándole las herramientas precisas para promover el cambio, y quien acompañe de manera activa este proceso.

La psicoterapia basada en la evidencia ofrece tratamientos teniendo en cuenta los resultados de lo que la investigación científica ha demostrado que es más eficaz para cada trastorno mental. Agrupa técnicas y protocolos validados empíricamente.

Ahora bien, es fundamental comprender y aceptar lo que nos esta sucediendo para poder involucrarnos con el tratamiento.

La psicoeducación por parte del profesional consiste en informar al consultante y sus familiares (si fuera pertinente) acerca de los conceptos fundamentales del cuadro clínico, los factores desencadenantes y de mantenimiento que afectan su calidad de vida, así como las distintas fases y estrategias terapéuticas para abordar los síntomas que se presentan.

La psicoeducación suele ser terapéutica en si misma, al reducir el nivel de incertidumbre con el que llega la persona a la consulta. Consigue comprender los mecanismos que subyacen a su malestar; mayor entendimiento que puede afectar de manera positiva al consultante, incentivando la adherencia al tratamiento y a poner en práctica nuevas estrategias de afrontamiento.

El compromiso por parte del consultante resulta fundamental para obtener resultados que den cuenta del cambio. La persona se debe comprometer a trabajar con el terapeuta como equipo, generando una alianza terapéutica.

Este vínculo incluye aspectos tales como la empatía, la confianza mutua y la aceptación. Contrato entre la persona que consulta y el terapeuta respecto a los objetivos de la psicoterapia, es decir, el mutuo consentimiento acerca de qué es lo que se pretende lograr con la intervención. Acuerdo entre consultante y terapeuta respecto a las tareas o actividades a realizar, intrínsecamente relacionadas con la psicoterapia que se esté llevando a cabo; comprendiendo que estas configuran la terapia en si misma y lograr realizarlas, el paso fundamental para generar un cambio.