Reflexiones acerca de la tecnología

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Como bien sabemos estamos en la era de la tecnología, hoy en día todos disponemos de un artefacto tecnológico, que ya casi es una extensión de nuestro cuerpo, con el cual podemos conectarnos con otros en simples pasos, desde cualquier distancia, lo usamos para trabajar, estudiar, como ocio, todos utilizamos sus beneficios y conocemos algunas de problemáticas, pero hay muchas que desconocemos.

Seguramente te pasó de perder por segundos nuestro teléfono, y vivimos esos momentos con intensa desesperación, intranquilidad y preocupación por encontrarlo, y si bien es un artefacto muy útil, a veces se exagera su dependencia, y pasamos a sentirlo como una necesidad.

Existe una adicción en relación a la telefonía, que se manifiesta cuando aparece, lo que se llama: nomofobia, que consiste en sentir un miedo irracional a no tener el celular o estar incomunicado a internet. Mayormente afecta a la población más joven, quienes probablemente han crecido con este.

Entre los principales problemas, encontramos que afecta a nuestra salud mental, autoestima, ansiedad, problemas de socialización, depresión, dificultad de concentración, insomnio, necesidad de volver a consumir y utilizar el aparato (adicción), entre otras.

Si bien no se recomienda el uso de las pantallas en niños, cada vez es más común el acceso de los infantes a estas.

Ya es sabido que ha crecido la cantidad de casos con problemas en el lenguaje, y, en consecuencia, también en lo social. Sin embargo, nos cuesta muchísimo limitar su uso.

Entonces … ¿cómo vincularnos de una manera no tan dañina con la tecnología?

Es importante volver a conectar con nosotros y con el otro, volver un poco a “lo de antes”, estar presentes en un encuentro con amigos, donde podamos dejar los teléfonos de lado. Hoy en día observamos en eventos, salidas, que todos en algún momento están “enchufados” a la pantalla, sacando fotos, o viendo historias, hablando o comentando por internet.

Cuando veo estas situaciones, lo primero que se me viene a la cabeza es reflexionar acerca de lo desconectados que estamos con el otro; aunque a su vez entiendo que es algo que está diseñado para que permanezcamos mirando la pantalla.

Es ahí donde tenemos que, ser responsables y limitar su uso, sobre todo en los menores, dando el ejemplo nosotros como adultos. Y volver a conectar con esos momentos, miradas, charlas y silencios, que son tan necesarios para reflexionar, permitir aburrirse y estar presentes.

Cuando estamos presentes en la pantalla, estamos ausentes con el otro. Somos consumidos por ese pequeño artefacto que cabe en nuestra mano, creemos que tenemos el control porque lo manejamos nosotros, pero ¿realmente es así? ¿somos conscientes de lo que tenemos entre las manos? ¿Sabemos realmente en que nos afecta?

Entonces es urgente volver a pasar tiempo con nosotros mismos, conectarnos más con la naturaleza, los amigos, la familia, el deporte, las comidas y reconocer el mundo en el que vivimos, poder volver a mirar al que tengo en frente, y poder dejar un momento de lado esa pantalla mirando gente que tal vez no conozco, ni me conoce, y con quien no hay una conexión real.

Somos humanos, seres sociales por naturaleza, y para el buen desarrollo necesito de los otros y otros necesitan de mí. Puedo servirme de las redes sociales, ya que estas pueden conectar gente, unirnos, coincidir con otras personas, pero debo hacer un uso responsable de éstas.

Cuando hablo de este uso responsable, me refiero también a que debo entender que, así como yo estoy detrás de un teléfono, hay un otro del otro lado que también lo está, y eso que escribo puede afectar directa o indirectamente a otras personas.

Esto me llevó a reflexionar que, en ocasiones, algunas personas dan su opinión que puede resultar ofensivas, algunas lo hacen con intención de causar un daño. Lo que tiene esta nueva era tecnológica es que hay cierta impersonalidad, y conlleva a creer que se tiene el derecho a decir cosas que probablemente en persona no dirían. Entonces a la pregunta es ¿el móvil habla de un desarrollo humano? ¿en qué medida si y en qué medida no? ¿Cuál es el límite? ¿cuál es el costo? y ¿cómo reaccionar ante su avasallamiento?

Lamentablemente, muchas personas sobre todo los más chicos, creen que valen según la aceptación o no que tengan en las redes sociales (virtuales). Como si eso realmente marcara nuestro valor. Y pareciera que lo virtual es lo real.

Lo que hay que entender es que la realidad es lo que se vive en el día a día, en el afuera, en lo que ocurre en el mundo real y que hay que volver a habitarlo con atención plena.

Es menester entender las diferencias entre lo real y lo virtual, entender que es importante construir relaciones sanas, encontrándonos con el otro, volver a consumir la tecnología de modo responsable, con la distancia y el límite que requiere para evitar ser consumidos por ella.

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