“Eso es porque tengo apego evitativo”. La doble cara de TikTok en salud mental.

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Para muchxs TikTok se convirtió en la educación sobre salud mental que no tuvimos.

Sobre la aplicación

TikTok es una red social en la que se hacen y comparten videos cortos en formato vertical sobre danza, comedia y educación, etc., que tienen una duración de 1 segundo, hasta 10 minutos.

En 2020, durante el aislamiento social causado por la pandemia, TikTok se popularizó a pasos agigantados, convirtiéndose en la aplicación más utilizada por jóvenes (Quiroz, 2020). Allí, lxs usuarixs generan comunidad compartiendo experiencias en videos espontáneos hablando a cámara, que le llegan a personas con intereses comunes gracias a un algoritmo que, atendiendo a nuestras búsquedas, los videos que compartimos, el tiempo que nos detenemos en cada publicación, y otros factores, parece descifrar lo que nos pasa por la cabeza y dirigirnos a contenido al respecto. 

En relación a la salud mental, TikTok se convirtió en un espacio para compartir experiencias, información sobre nuestros procesos, y sentirse parte. Las redes sociales en general, y TikTok con mayor fuerza, rompieron con las sensaciones de vergüenza y soledad que envolvían, a nivel mundial, muchos padecimientos mentales y  altibajos emocionales. 

La pandemia y el público jóven de la aplicación crearon un clima perfecto para que este contenido explotara. El hashtag #mentalhealth (salud mental) tenía más de 15.3 billiones de vistas, y #therapistsoftiktok (terapeutas de TikTok), otras 318 millones ya en el año 2021 (USA Today, 2021). 

Sobre su impacto social

Pocos países tienen tan naturalizada la experiencia terapéutica como Argentina por lo que, internacionalmente, abrir conversación sobre estos temas de forma masiva hizo que muchas personas identifiquen rasgos en sí mismxs que se asocian a determinados diagnósticos.

E incluso en Argentina, dónde la terapia es algo popular, las nomenclaturas diagnósticas no lo son tanto por la prevalencia de la escuela psicoanalítica.

En la práctica clínica se observan con frecuencia jóvenes y adolescentes llegar al consultorio con conjeturas diagnósticas sobre sí mismxs: TDAH, TAG, TEPT. Además, muchos términos “psicológicos” se usan en la descripción de su sintomatología: estilos de apego, patrones familiares, refuerzos y castigos…

Las dos caras

Por un lado, las juventudes encuentran en la plataforma mensajes que les permiten sentirse acompañadxs en lo que les pasa, validando así sus vivencias y emociones. También, pueden problematizar sintomatología que quizás pasaba desapercibida, o comprender mejor signos de alerta.

Cuando todo eso es utilizado como un signo de alarma que promueve una consulta terapéutica, personalmente, festejo el fenómeno #mentalhealthtiktok. 

¿Qué pasa cuando esta información, generada por usuarixs no profesionales, no es un punto de partida sino un destino final? ¿Qué pasa cuando esas etiquetas diagnósticas que usamos para nombrar conjuntos de síntomas y planificar tratamientos pierden su función operativa para quedarse en eso: etiquetas? ¿Y cuándo teorías iatrogénicas se popularizan a la par de información útil basada en la evidencia científica? ¿Cuánto daño hay entre las buenas intenciones?

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