La pandemia por COVID-19 vino a cambiar el mundo para siempre. Un mundo que se describía a sí mismo proactivamente interconectado y globalizado y que ahora está detenido, encerrado, y atravesado por la muerte cotidiana. Esta pandemia, además de ser una amenaza para la salud, provoca una impresionante crisis a nivel mundial: económica, social, de salud pública, de relaciones entre los países, y también una crisis moral que, a su vez, tiene un gran impacto en las emociones y en los comportamientos individuales y sociales. Actualmente, vivimos un trauma global.

La empatía es la cualidad que va a permitir sobreponernos a este trauma colectivo y nos va a posibilitar pensarnos como un todo social que necesita de los demás, de todos y cada uno, para salir adelante.

durante esta pandemia es importante saber que puede haber ciertos síntomas esperables: como sensación de inquietud e incertidumbre, temor por nosotros y nuestros seres queridos, angustia, decaimiento anímico, confusión, trastornos del sueño, agitación, estado de alerta, futuras

Cómo reconocer qué es típico y qué no es?

El estrés es una reacción psicológica y física normal a las exigencias de la vida. Todos reaccionamos de manera diferente ante situaciones difíciles, y es normal sentirse estresado y preocupado durante una crisis. Pero los desafíos diarios múltiples, como los efectos de la pandemia de COVID-19, pueden afectarte más allá de tu capacidad de afrontamiento.

A pesar de tus mejores esfuerzos, quizás te encuentres sintiéndote desamparado, triste, enojado, irritable, desesperanzado, ansioso, o atemorizado. Tal vez tengas problemas para concentrarte en tareas rutinarias, cambios en el apetito, dolores en el cuerpo o dificultad para dormir, o te sea difícil enfrentar tareas de todos los días.

Cuando estos signos y síntomas duran por varios días seguidos, haciendo que te sientas desgraciado y causándote problemas en tu vida diaria de modo que encuentras difícil llevar a cabo tus responsabilidades normales, es el momento de pedir ayuda.

Necesitaremos ser resilientes para poder enfrentar el futuro, fortalecernos y superarnos en contextos adversos. No sabemos cómo será la vida en unos meses, seguramente vengan tiempos difíciles, tiempos de reconstruir nuestra sociedad, nuestro país.

Ante un contexto amenazante como el que estamos viviendo se activan los sistemas del cerebro que tienen que ver con el manejo y la respuesta frente al peligro y la situación de incertidumbre. Las respuestas del peligro, a su vez, se relacionan con los sistemas de la ansiedad, una emoción muy ligada al miedo pero que reacciona antes de que el peligro esté presente de manera real o inminente. Es una respuesta adaptativa que frente a situaciones de peligro puede ser muy útil, ya que nos ayuda a la supervivencia. El problema es que el miedo excesivo nos puede paralizar, haciéndonos menos efectivos en la resolución de problemas concretos. Los sentimientos de miedo, ansiedad y tristeza son normales y esperables dada esta situación porque en este momento uno no sabe con certeza qué tan extendida o grave será́ la enfermedad y el impacto que tendrá. Debemos intentar hacer lecturas realistas de lo que está pasando, para que el miedo no nos paralice ni nos impida accionar.

La incertidumbre es una de las situaciones que nos genera mayor incomodidad, ya que nos enfrenta a la falta de control sobre las situaciones que nos pueden afectar. Cuando perdemos la sensación de control sobre eso que nos afecta, podemos sentirnos más ansiosos o más deprimidos y nuestra mente hace un gran esfuerzo por recuperarla, aún a costa de depositar nuestra confianza en información poco fidedigna. El esfuerzo por negar o combatir la incertidumbre consume muchos recursos cognitivos y nos hace sentir ansiosos y agotados.

Es necesario enfocarse en la información oficial, precisa y experta ya que puede ayudarnos a reducir los riesgos reales y a sentirnos protegidos.

Hay personas con más recursos psíquicos que otras para soportar o transitar lo que significa un encierro. En rasgos generales se puede dar la aparición, por ejemplo, de algún estado depresivo, como estados de angustia, ansiedad, sensación de vacío y sin sentido de la vida, o alguna fobia, de cualquier índole, derivada de lo que implica perder la libertad de movimiento. En algunos casos, también se puede observar la aparición de mecanismos de defensa obsesivos, como rituales en relación al orden, la limpieza, llamados telefónicos o negación, para sortear el paso del tiempo en el encierro. También pueden aparecer enfermedades físicas o hasta compulsiones o adicciones, siempre dependiendo de cada caso.

A su vez, el confinamiento y los altos niveles de angustia pueden propiciar un incremento de las conductas adictivas y del uso problemático de las nuevas tecnologías. En adolescentes ya consumidores, la vuelta a la normalidad puede hacer que realicen un consumo excesivo compensatorio al tiempo de abstinencia; otros adolescentes puede que recurran a las sustancias bien con una función de evitación de las emociones negativas, bien como una vía de experimentar nuevas sensaciones.

En el caso de las nuevas tecnologías, el uso de estos dispositivos ha aumentado drásticamente durante la cuarentena y será un reto el volver a regular los hábitos y horarios de los menores, así como las normas de uso del teléfono móvil, videoconsola y Tablet.

Según un estudio realizado por la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba, publicado en agosto de 2011, el estado mental que genera una marcada rutina planificada hasta en los mínimos detalles cada día, provoca en algunos casos, una imagen de mundo que dificulta luego la inserción social, pues el encerrado no concibe otra forma de existencia que no sea la del encierro.

Es siempre importante desarrollar actividades creativas, intelectuales, lúdicas o físicas, que permitan cambiar la escena mental que se transita por alguna otra de expansión psíquica.

En muchos casos, la ayuda psicológica permite al encerrado y sus allegados ir reconociendo qué cosas hay que apuntalar para una mejor resolución el proceso, según los inconvenientes que vayan surgiendo en cada caso.