Muchas veces hemos oído hablar de procrastinación… pero ¿qué es?, ¿cuándo procrastinamos? ¿por qué procrastinamos?

En razón de estas preguntas, el presente artículo intenta una aproximación a nociones básicas de este proceso y a algunas herramientas que pueden ser de utilidad en lo cotidiano.

En busca de una definición, vamos a tomar los aportes que diferentes especialistas realizaron sobre la temática. Ferrari y Emmons (1995)1 , señalan que procrastinar es un patrón de comportamiento que se caracteriza por postergar voluntariamente la realización de responsabilidades que deben ser entregadas en un momento establecido; Rothblum (1990)2 menciona que la proscatinación se relaciona con evitar situaciones que generan malestar o un alto costo de respuesta, donde las posibilidades de alcanzar satisfactoriamente un objetivo son escasas.

En las últimas décadas, este patrón de comportamiento se ha incrementado considerablemente. En una investigación realizada en América Latina, Ferrari, Ocallaghan y Newbegin (2005)3 , reportaron que aproximadamente el 61% de las personas presentan conductas de procrastinación.

McCown, Ferrari y Johnson (1991)4 expresan que cuando el miedo al fracaso supera la esperanza de éxito, las personas prefieren actividades en las cuales perciban que el éxito está garantizado, postergando aquellas que consideren complejas y puedan pronosticar fracaso. Cabe señalar que aplazar estas acciones puede ser un síntoma de depresión y ansiedad, y al mismo tiempo una forma de disminuir esos síntomas.

En personas que proscastinan se puede evidenciar una separación entre el yo del presente y el del futuro. Evitar diferentes actividades conlleva un alivio en el momento presente, disminuyendo los eventos privados negativos y aumentando las posibilidades de repetir este patrón conductual. En este sentido, se descuida el “yo futuro” sin considerar las consecuencias que puede tener a largo plazo actuar de este modo. Existen razones para pensar que proscatinar resulta un mal negocio, ya que aleja a las personas de aquello que consideran que es importante y al mismo tiempo la mente recuerda continuamente lo que no se está haciendo.

Desde la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), se considera que el plan de acción más adecuado consiste en percibir los diferentes pensamientos, recuerdos, emociones y sensaciones, aceptándolos en el momento presente y aun en presencia del malestar, actuar de acuerdo a lo que creemos que es valioso. En esta línea, poder delimitar que cosas son importantes, facilita una lectura más estable del camino hacia el cual nos dirigimos y puede motivar la conducta frente a las adversidades personales más penosas. Incluso los pasos más pequeños en defensa de los propios valores pueden ser capaces de aportar vitalidad a una vida en la que ha imperado una rutina embotadora.

Esclarecer los valores de cada persona permite identificar metas y planificar acciones concretas de aproximación a ellas.

Puede ocurrir que las diferentes actividades a realizar no sean placenteras, pero se enmarquen dentro de responsabilidades que acercan a metas valoradas, a la persona que se quiere ser. Por ello, es clave la disposición a estar en presencia de experiencias internas negativas, sabiendo que se realiza al servicio de una actividad planificada y que acerca a una vida valiosa.

Ahora bien, los invito a reflexionar sobre las siguientes preguntas…

  • ¿Qué (o quién) es importante para vos y estás dejando de lado y no le prestas suficiente atención?
  • ¿Qué cosas sientes dentro que te llevan a postergar?
  • Cuando estás postergando, ¿qué actividades haces que te alejan del deber hacer?
  • ¿Qué acciones que estás postergando podrías llevar a cabo para moverte hacia lo importante para vos?

De la inacción a la acción… ¿qué podemos hacer?

  • Planificar puede ser una herramienta útil al momento de realizar una actividad, es decir, definir un horario, establecer un espacio, identificar posibles distractores y cómo evitarlos.
  • Ante la presencia de pensamientos negativos que me lleven a buscar alternativas en vez de focalizar en la actividad realmente importante, puedo preguntar ¿ese pensamiento es útil en este momento? ¿me acerca a mi objetivo?
  • Utilizar auto-reforzadores, para estar motivados en cada paso que demos para llegar a la meta.

Resulta imprescindible, más allá de las generalidades, adoptar una mirada singular de cada caso en particular, focalizando en el contexto y en como los procesos psicológicos funcionan y se expresan. Consultar con profesionales especialistas en el tema, puede resultar necesario y provechoso.