Teoría del apego
¿A qué llamamos apego?
La teoría del apego fue desarrollada por John Bowlby entre 1969 y 1980. Definiendo “apego” como la necesidad biológica del niño de mantenerse próximo a su cuidador principal (madre, padre o quien cumpla esa función parental) a fin de obtener seguridad emocional y lograr supervivencia.
Los vínculos tempranos que establecemos en la infancia con nuestros cuidadores resultan fundamentales, dado que es a quienes recurrimos cuando nos sentimos amenazados, tenemos miedo o nos sentimos mal, buscando en ellos seguridad y protección. A su vez, estos vínculos, tienen un gran impacto en el desarrollo de nuestra personalidad y en las relaciones que entablamos en la adultez.
Diferentes tipos de apego
Apego seguro: Los niños perciben a sus cuidadores como personas confiables, que saben interpretar sus necesidades y se encuentran siempre disponibles ante las mismas, calmándolos en aquellos momentos en los que se angustian.
Apego inseguro: Hace referencia a la ausencia de padres disponibles ante las necesidades del niño. Existen tres tipos de vinculaciones inseguras:
- Evitativa: El niño pone en marcha conductas de autoprotección, dado que no percibe a su cuidador como una figura que está siempre para él.
- Ansiosa: Le resulta difícil la separación con su figura de apego y cuando la misma regresa manifiestan conductas de rechazo y acercamiento a la vez.
- Desorganizada: La figura de apego es percibida como fuente de peligro. Este tipo de vinculación suele darse en niños que han sufrido situaciones de maltrato y/o abuso.
¿Cómo influye el tipo de apego en la adultez?
Como ya hemos visto, el tipo de apego que establecemos en nuestra infancia tiene incidencia en las relaciones que forjamos en la vida adulta. ¿Cómo es esto? Utilizamos los mismos mapas y esquemas mentales que en la infancia, los vamos moldeando y enriqueciendo.
Apego Saludable
El apego es considerado saludable cuando los niños saben que quienes cumplen el rol parental son una base segura. Así, es menos probable que en la vida adulta se involucren en relaciones hostiles, dado que promueven la comunicación en los vínculos. Expresan aquello que sienten y a su vez logran establecer vínculos saludables, ya que saben que fueron queridos y confiaron en ellos (Faur, 2021).
Apego Evitativo
En cambio, aquellos niños que sus padres no estuvieron disponibles emocionalmente para ellos o que han tenido que ser “niños grandes” cuidando a quienes tendrían que cuidarlos, asumiendo un rol de responsabilidad e instaurándose la creencia de que deben cuidarse ellos mismos, es probable que en la vida adulta tengan un estilo evitativo (Faur, 2021).
Personas con este estilo de apego, suelen valorar mucho la independencia, priorizando su realización personal por sobre otras cosas, relacionándose de manera distante, sin involucrarse demasiado en compromisos.
Apego Ansioso
En el estilo ansioso, el niño percibe que su figura de apego puede ausentarse, lo cual le genera demasiada ansiedad, impidiéndole explorar el mundo, buscan no alejarse (Faur, 2021).
Es por esto que las personas con un estilo de apego ansioso, en los vínculos que entablan en la adultez necesitan una base segura. Sienten la amenaza constante de que pueden perder al otro amado. La pareja es colocada en un lugar idealizado, donde no se ven sus defectos y se potencian sus virtudes.
Apego Desorganizado
Y en aquellos casos donde los niños crecen sintiendo que no son merecedores de amor porque su figura de apego lo asusta, vulnera y violenta, desarrollan un estilo de apego desorganizado. Este tipo de apego es el menos frecuente, aparece entre el 5 y 10% de la población. Manifiestan dificultades en las relaciones con los otros, dado que poseen una mala imagen de sí mismos y de los demás (Faur, 2021).