Nov 14, 2023 | Blog | 11 comments

Defusión cognitiva: construir un vínculo diferente con nuestra mente

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Fusión cognitiva

En primer lugar, para poder definir qué es la defusión cognitiva en la Terapia de Aceptación y Compromiso, tenemos que definir qué es la fusión cognitiva. La fusión cognitiva es el proceso psicológico por el cual los eventos verbales ejercen un fuerte control sobre la conducta, excluyendo otro tipo de variables contextuales (Hayes, 2005). Es decir, la fusión cognitiva sucede cuando nuestros pensamientos (evaluaciones, predicciones, juicios, etc.) controlan fuertemente nuestra conducta, las cosas que hacemos en nuestro día a día. No significa que esto sea malo per se, ya que en nuestra vida diaria podemos hacer cosas sin tener que experimentarlas, gracias a que nuestros pensamientos controlan nuestra conducta. Por ejemplo, no es necesario que metamos los dedos en el enchufe diariamente porque ya sabemos que nos vamos a electrocutar.

El problema con la fusión cognitiva comienza cuando comenzamos a perder flexibilidad cognitiva y nos cuesta distinguir la experiencia concreta del mundo de aquello que nuestra mente dice que está sucediendo. Si nos tomamos un momento para observar nuestro alrededor y mirarlo, es probable que evaluemos y/o juzguemos lo que estamos viendo, negativa o positivamente. El lenguaje ha convertido a nuestra mente en una máquina que funciona para categorizar y evaluar todo a su alrededor, buscando y resolviendo problemas sin un límite aparente. Si me guío constantemente por preceptos similares a: “las personas son malas y el mundo es peligroso”, es probable que pueda empezar a tener dificultades para relacionarme con otrxs y pueda cerrarme a interactuar con las personas, lo cual generará mucho dolor y deficiencia en mis habilidades sociales.

Defusión cognitiva

La defusión cognitiva entonces, es la contraparte de flexibilidad de la fusión. A través de los procesos de defusión cognitiva, se intenta reducir el impacto que nuestros pensamientos podrían tener sobre nuestra interacción con el mundo y las relaciones que establecemos con él. 

En este sentido, se realizarán intervenciones para socavar la confianza que se tiene sobre la mente y reducir el efecto automático sobre la conducta (Hayes, 2005). Algunas de las intervenciones irán en la dirección de: entender que nuestra mente no es nuestra mejor amiga, diferenciar el pensamiento de la experiencia y comprender que se tiene la posibilidad de seguir o no seguir un pensamiento.

Nuestra mente no es nuestra mejor amiga

Nuestra mente fue evolucionando a lo largo de los años, ayudándonos a sobrevivir (hacer frente a peligros como depredadores, afrontar condiciones naturales adversas, etc.) y su funcionamiento actual no ha cambiado: está al servicio de nuestra supervivencia y la resolución de problemas. Es así como tiende a alarmarse ante problemas potenciales, que ya pasaron o que no existen. Podemos pensarla como una alarma de un auto que se prende cuando pasa un ladrón, pero también se prende cuando pasa un gato o cuando el servicio meteorológico anuncia que va a llover muy fuerte. No significa que tengamos que enojarnos ya que solo está haciendo su trabajo. La alternativa a ello es frenar y escucharla, decidir si hay algo que podamos hacer para resolver efectivamente ese problema y en caso de que no sea así poder ofrecer nuestro agradecimiento y continuar con aquellas cosas que sean importantes para nosotrxs.

Diferenciar pensamiento de la experiencia del mundo real

Cuando respondemos a los productos de nuestra mente como si se trataran de hechos concretos de nuestra vida, dejamos de desempeñar un papel activo en ella y pasamos a responder a lo que la mente nos ponga delante. La única forma que podemos saber cómo es realmente una experiencia es poder vivirla y saborearla nosotrxs mismsxs. Cuando podemos diferenciar entre productos de la mente y hechos concretos de la experiencia podremos decidir, tomar una dirección valiosa para nosotrxs (Hayes, 2005).

Tenemos la posibilidad de seguir o no seguir un pensamiento

Resulta complejo decidir qué pensamientos podemos tener y cuáles no. 

La mente funciona de forma automática y arbitraria, tiene sus propias reglas. 

Si bien estos procesos no resultan fáciles de poder controlar, podemos engancharnos o comprar determinadas frases o palabras, o bien podemos elegir dar un paso atrás, declinando esa oferta realizada. Cuando vemos nuestra serie favorita y nos enojamos con el personaje principal, podemos entender que es un personaje de una ficción, alejarnos y elegir distanciarnos de la historia, de la misma forma podemos hacerlo con nuestros pensamientos.

Intervenciones prácticas

A continuación, se describirán algunas formas prácticas que favorecen los procesos de defusión cognitiva utilizados en la Terapia de Aceptación y Compromismo, propuestos por Hayes (2005)

  • Agradecer a tu mente: dale las gracias a tu mente cada vez que te traiga una preocupación, un juicio u opinión. La clave es no hacerlo de forma sarcástica o agresiva, sino poder ser cortés con ella. Por ejemplo, podemos decirle: “¡gracias por la idea! Lidiaré con esto más tarde”. “Qué gran consejo me estás dando, preferiría afrontar aquello a lo que temo de todas formas”.

  • Pensar lo contrario: si tu mente está intentando detenerte de hacer algo, deliberadamente intetá practicar el hacer eso mientras te ordenas lo contrario. Esto podría aplicarse de la siguiente forma: levantarse y ponerse a caminar mientras te decis a vos mismx “estoy sentado en esta silla sin poder moverme”

  • ¿Al servicio de qué está esto?: si te encontrás luchando por tener razón aún cuando eso no te permite conseguir avances, visualizá que el presidente electo de la nación ha decretado que vos tenés “la razón”. A continuación, pregúntate a vos mismx “y ahora ¿qué?, ¿qué puedo hacer para crear una vida más valiosa a partir de ahora?”

Referencias

Hayes, S. (2005) Sal de tu mente, entra en tu vida: la nueva Terapia de Aceptación y Compromismo. Editorial Desclée de Brouwer.

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