Se entiende como trastorno de personalidad (TP), según el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5), a un “patrón duradero de experiencia interna y comportamiento que se desvía de las expectativas de la cultura a la que un sujeto pertenece, resultando generalizado e inflexible”.
Este patrón resulta estable en el tiempo y conlleva malestar psicológico y disfuncionalidades, manifestándose a través de los pensamientos, las emociones, los comportamientos, el funcionamiento social y el control de impulsos.
La propuesta del DSM 5 centra la conceptualización de los TP en alteraciones de la identidad o en las relaciones interpersonales y propone un modelo alternativo «dimensional»-categorial». Actualmente se describen 10 tipos de Trastornos de personalidad, que a su vez se agrupan en 3 “Clúster”, en función de similitudes y a fines de utilidad clínica- didáctica:
CLUSTER A: Trastorno de personalidad Paranoide. Esquizoide, esquizotipico (característica en común, la «excentricidad»)
CLUSTER B: Trastorno de personalidad: Antisocial , Limite, Histriónico y narcisista (característica común la impulsividad y desregulación emocional)
CLUSTER C: Trastorno de personalidad: Obsesivo (no es lo mismo que TOC), dependiente y evitativo (característico la evitación, ansiedad y temerosidad)
Para el diágnóstico es importante que los profesionales tengan en cuenta.:
– Etnia, cultura y antecedentes sociales de los individuos. (JAMÁS confundir un trastorno de la personalidad con hábitos, costumbres, valores políticos o religiosos del sujeto y su cultura).
– La duración estable en el tiempo (No se explica por situaciones circunstanciales y/o estresantes). Las conductas deben ser generalizables en diversas situaciones y temporalidades.
– El comienzo del trastorno suele ser de inicio precoz .
– No se explica mejor por otros trastornos, efectos de sustancias o condiciones médicas.
- Poseer un rasgo, en mínimas “dosis” y en ciertos contextos puede ser beneficioso, (por ejemplo, la timidez o un poco de narcisismo) El extremo y lo inflexible del rasgo es lo disfuncional (no el rasgo en sí).
- Genera malestar significativo o disfunciones en el área-social, laboral, ocupacional y/o personal.
Respecto a este último punto, es muy frecuente la presencia de grandes dificultades para lidiar con otras personas (área interpersonal) debido a la inflexibilidad y dificultad para responder a los cambios constantes y demandas del medio.
También es frecuente que los trastornos de personalidad, sean “egosintónicos”, esto significa que están en “sintonía” con la persona, es decir quién lo “padece” no le genera “molestia” o “inquietud” su forma de comportarse, pensar y afrontar situaciones o problemas. A partir de esto, puede observarse cierta tendencia a responsabilizar a los demás de los problemas o no ser consciente de las dificultades y consecuencias que conlleva tener ciertos comportamientos, lo cual lleva recurrentes conflictos interpersonales con el entorno más cercano y en diferentes áreas de la vida.
Es frecuente que haya baja motivación al cambio, no deseen iniciar terapia psicoterapia o suelan interrumpir recurrentemente el tratamiento. También es común que sean más reticentes a las terapias convencionales o clásicas. Es por esto que una de las primeras elecciones para los T. personalidad, especialmente el trastorno limite, suele ser la terapia dialéctica comportamental (DBT)
Todo diagnóstico tiene que ser hecho por profesional idóneo en consulta específica, mediante entrevistas y aplicación técnicas psicométricas (válidas y confiables) teniendo en cuenta siempre al consultante en particular y la valoración clínica del profesional tratante.
Es importante destacar que varias de las personas que padecen esta problemática, sí pueden tener conciencia del trastorno y motivación para cambiar y mejorar la calidad de vida, lo cual facilita la adherencia al tratamiento y mejora el pronóstico. Muchas veces este malestar percibido, puede ser adaptativo y funcionar como motor de cambio para lograr mayor bienestar.
